
Me es muy díficil tenerla lejos, porque es una persona indispensable. Cuando el trabajo me asfixia, quisiera que estuviera en Monterrey para ir a verla y traumarme más. Cuando quiero ir al cine, pienso que si mi hermana y yo vivieramos en el mismo lugar, dejaríamos a las niñas con los maridos y nos sentaríamos a comer palomitas y observar. Cuando no tengo que ponerme, me encantaría correr a su closet y robarle algo, para sentirme de estreno. Gracias a Dios, Andy está cerca, pero no es lo mismo.
Por eso me hace tan feliz que mis hijas se lleven 1 año y medio de edad. Las veo platicando, peleando, preocupándose una por la otra y me gusta imaginar que siempre estarán juntas, irremediablemente. Las hermanas son regalos de Dios ¡especialmente cuando son tan talentosas como la mía!
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