lunes, 24 de noviembre de 2008

In memoriam

Muchas cosas he descubierto en mi trabajo como investigadora. Información: Noticias que importan al mundo y datos relevantes para mi mundo. Hechos que debí saber tiempo atrás y sucesos que preferiría no conocer. Cosas que vienen y van, personas que estuvieron y ya no más. La semana pasada me enteré que hoy, hace tres años murió Andrés Montes de Oca Leal, víctima de una larga enfermedad. Yo pienso que fue diabetes, porque siempre la padeció. Andrés fue el primer tallerista que conocí en ese lejano agosto del 94, cuando ilusionada, ingresé a la UANL. Antes de su taller, tenía solo breves romances con la lectura. A partir de él, descubrí que no sería buena escritora, pero que las letras son buenas y se dejan amar por quien las lee. Si soy apasionada lectora, si a mi ser lo eriza la experiencia escrita es gracias a sus enseñanzas.
Andrés fue un luchador de palabras. Publicaba nuestros textos aunque fueran malos, con fe en que la experiencia nos puliría. Organizaba lecturas cualquier dia en cualquier lugar, para que unos y otros se conocieran, para que la colectividad se identificara, para que fuéramos parte de algo que creciera. Era un gato de azotea. Vivía para escribir y para tal tarea, respiraba, leía, se enamoraba, meceneaba, comía, bebía, veía y existía por la escribidera. Me dió tristeza enterarme de su muerte. Me reencontró con esa adolescente sin identidad que jugaba al adulto. Con esa niña que fui y a quien siempre tachó de inmadura. Con esa Montserrat de 16 años a quien le predijo que maduraría y se transformaría en una estrella. La vida tiene paseos y paseantes. Andrés paseo brevemente, escribió su camino, lo heredó a los demás y se hizo eterno.
Que Dios bendiga a Andrés, quien desde el 2005 hace poesías en las nubes.

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