lunes, 14 de julio de 2008

Mi día del abogado

Este 12 de julio 2008 celebré mi primer día del abogado. Ya hace casi diez años que me gradué de la H y más H Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la más H y mucho más H Universidad Autonóma de Nuevo León. La verdad, me chocan un poco este tipo de fechas, sobre todo, porque estudié una carrera en la que desde el segundo día de clases te decían "LIC", pero este año fue diferente. Siempre quise dedicarme a la investigación jurídica, pero no veía como. Con mucho sacrificio (de mi papá... obvio) costeé mi tesis de licenciatura y comencé a escribir en el Norte. Me negué a emplearme en cosas mercantiles y busqué opciones redituables para investigar, pero no existían. Así que uno de esos días en que el desempleo y la pobreza te pegan de más, me harté, mandé todo a la goma y me metí a trabajar a un banco.
En ese escenario, aprendí (me obligué) a querer a las finanzas. Descubrí el trato con los clientes y muy a la fuerza, entendí los movimientos del mercado, las cuestiones de micro y macro economía y el análisis de riesgos crediticios. Conocí la labor de un cajero tanto como la de un corredor de bolsa. Estudié como loca y seis años después, cuando pensaba que de nada me había servido graduarme de leyes, apareció en el mismo banco, la vacante de trabajo para un abogado que supiera investigar y conociera el medio financiero, es decir, la vacante que solo yo podía cubrir y para la que sin saberlo, me estuve preparando durante más de 2000 días.
Aunque el trabajo es abrumador, no dejo de bendecirlo. Me pagan por emplear la poca inteligencia que tengo en una labor que me gratifica y eso me hace sentir importante. Creo que la enseñanza más grande que le daré a mis hijas es que si uno quiere algo, lo obtiene, no de inmediato, sino cuando es el momento adecuado.
Felicidades a Cris, Marco, Edgar, Rubén, Gissela, Cecy, Marthis, Esteban, Anycecy, Heredia, Nelly, Jerry, Gustavo y a todos los otros abogados entrañables que quiero y que dejo fuera por ser una mala amiga que además tiene mala memoria. Deseo que, desde sus quehaceres diarios, tengan una existencia plena, en donde puedan emplear los conocimientos adquiridos en materia legal y sobre todo, en relaciones humanas y vida.

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