martes, 6 de enero de 2009

Mariposa Technicolor

Pedí 1 día de vacaciones para aprovechar la estancia en Nuevo Laredo. La costumbre familiar impone pasar allá el 31 de diciembre y salir de inmediato, pero este año, la atracción por el río revuelto de la crisis estadounidense nos sedujo y decidimos quedarnos 5 días. Así que, después de la cena de año nuevo y las compras obligadas del 2 de enero fuimos a dar vueltas por la ciudad. Tenía años de no hacerlo. Mis últimos viajes han consistido en recorrer el boulevard Colosio, desvíar hacia la casa paterna, retomar el boulevard Colosio, cruzar a Laredo-Texas y regresar a Mty. El recorrido neolaredense me trajo sentimientos encontrados: La felicidad de encontrar muchos nuevos espacios para leer, escribir, actuar, bailar y pintar, mezclada con la tristeza de ver restaurantes con letreros cuchos, casas despintadas y comercios cerrados. La ciudad está limpia, como nunca lo estuvo mientras ahí viví, pero luce desangelada por los estragos que el narco le propinó la última década. Platicaba con Andie, le decía que Nuevo Laredo me duele, que es como un pueblo fantasma, que me sentía muy a tono con la mariposa-technicolor y él me contestaba que ahí el tiempo no pasa igual, que se alenta y se eterniza. ¿Será? Lo que sigue igual (y esperemos que nunca cambie) es la Nevería Río ¡¡¡que delicia!!! En pie, con sus paredes amarillas frente al monumento a Juárez, con sus riquísimos elotes, helados, fritopies y demás golosinas. Un rato ahí no tiene tiempo ni edad y es terapeútico!!! porque ayuda a vislumbrar al Nuevo Laredo de siempre: renaciente, brillante, vivo.

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