sábado, 1 de marzo de 2008

Pulp Fiction

En lo que va de este año 2008, en la ciudad de Monterrey se han registrado 24 asaltos bancarios. Gracias a Dios, yo nunca he presenciado uno. Durante el tiempo que el banco naboso me tuvo atendiendo a clientes mi labor ùnicamente se viò aderezada con personas que se enojaron, me gritaron o me mentaron la madre. Creo que lo peor que me pasò fue tratar con un tipo que mandò una queja a un periòdico, en donde el hijo de su madre me puso con nombre y apellidos.
Hay una diferencia muy grande entre los asaltos bancarios que se han cometido en los ùltimos treinta años. Por ejemplo, en los noventas, los robos eran perpetuados por bandas que estudiaban el comportamiento de los bancos y robaban bovèdas, por lo que los montos robados eran altìsimos. A principios de la dècada del 2000, llegaban asaltantes solitarios, con papelitos o con pistolas y todavìa seguìan robando cantidades no muy impresionantes, pero si importantes (no màs de cien mil pesos) Este año, los asaltos se caracterizan por ser altamente violentos y robar montos inferiores a los veinte mil pesos.
Esta semana platiquè con una amiga que trabaja en una sucursal que fue asaltada. "Fue espantoso, Montse. El tipo me puso el arma en la cabeza y cortò el cartucho". ¿Y en que pensaste?, le preguntè. Ella, con la voz entrecortada me dijo "en mis hijos... pensè en que todavìa les hago falta a mis hijos y me puse a rezar". Ese robo fue reseñado en una nota periòdistica que narra que el ladròn amagò a los clientes y a 4 empleados para despuès huìr llevàndose un botìn de cinco mil pesos.
No tengo idea del porquè se han multiplcado los asaltos, pero la plàtica con mi amiga me hizo recordar el otro poema de los dones, de Borges, que dice "Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio" Y es que en tiempos como èste, esa frase, que puede interpretarse de mil formas, adquiere otro significado, ya que los hijos debemos agradecer a nuestros padres que estèn muchos años a nuestro lado.
Todos los dìas le pido a Dios que me permita disfrutar a mis hijas, verlas crecer, que me de la oportunidad de vivir. Pienso que los hijos, por màs viejitos que estèn, necesitan siempre a sus padres, pero los necesitan sanos, contentos, y sobre todo, tranquilos. Nadie merece padecer un asalto y quedar condenado a terapias psicològicas y medicamentos controlados.Ojalà que los asaltantes comprendan que robar un banco no es un buen negocio, ya que ningùn dinero justifica el aterrorizar a personas que trabajan para mantener a sus familias.
Ojalà que esta ola de violencia se detenga pronto y quede como un recuerdo lejano, como una ficciòn, al màs puro estilo de pelìcula de Tarantino.

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